Elige un ambiente relajado, familiar y agradable, donde todos podáis estar sentados y donde toda expresión emocional sea bien recibida y no os avergüence (por ejemplo, un sitio público rodeado de gente desconocida no es un lugar apropiado para que un adolescente se sienta cómodo expresando sus emociones). Inicia esta conversación en un momento en que no tengas la presión del reloj, y cuando puedas alargar la conversación.
Permite que tu hija/o te note cercano en esta conversación. Expresa tu cariño, afecto y apoyo de la forma en que soléis hacerlo en tu familia, bien con contacto físico como un abrazo, con un mote cariñoso, con un tono de voz suave o explícitamente con palabras. Cada familia es un mundo, y hay muchas formas de decir “estoy aquí” y expresarse cariño.
La forma en la que afrontas la EM como padre o madre determina cómo lo percibirá tu hijo/a. Va a influir en si tu hija/o siente que debe tenerla o no, si debe creer que va a superarle la situación o no, si debe vivirla con vergüenza o culpa y, en general, el modo en que la afrontará en el futuro. Seguro que tu hijo/a es más fuerte de lo parece. Confía, ya que esta situación le hará desarrollar aspectos de sí misma/o que pueden ser muy beneficiosos en su futuro, y también puede hacerle madurar.